Dicen las Asociaciones Vecinales de Cádiz que están dispuestas a sentarse con el resto del tejido asociativo de la ciudad para construir conjuntamente un nuevo Reglamento de Participación Ciudadana que se adecúe al mandato de la Ley de Participación Ciudadana de Andalucía.
Y es que no hay otro camino posible que el reconocimiento mutuo: ni el tejido asociativo no vecinal puede negar el papel de la Asociaciones Vecinales en la representación de los intereses de los vecinos y vecinas de los barrios gaditanos, ni las Asociaciones Vecinales pueden dejar de reconocer que existen otras asociaciones y colectivos ciudadanos –en el ámbito de la educación, el medioambiente, la cultura, la igualdad entre géneros, la sanidad, la defensa de los servicios públicos, la discapacidad, las personas afectadas por una enfermedad determinada, etc., etc.- que articulan intereses específicos de la ciudadanía y tienen pleno derecho a participar en la vida social y en la gobernanza de la ciudad.
Eso no significa que unas y otras sean perfectas, que carezcan, en su acción y su funcionamiento organizativo, de vicios criticables y defectos a corregir, pero solo si se reconocen mutuamente y trabajan juntas, si suman fuerzas, será posible que refuercen su poder colectivo y su independencia frente al poder político y los intereses partidistas, que siempre han querido instrumentalizar, en su propio beneficio, al tejido asociativo.
Hemos de felicitarnos por este nuevo escenario que parece abrirse en nuestra ciudad, y por eso no deja de sorprendernos que ciertos “poderes”, como la prensa local o ciertos partidos, se empeñen en seguir envenenando las relaciones asociativas. Para unas y otros todo vale si el objetivo es revolver la paz social y hacer daño al equipo de gobierno municipal.
Así, se encargan de resaltar, con intenciones oscuras, que, en realidad, visto desde la perspectiva de las Asociaciones Vecinales, se trata tan solo de “adaptar” el Reglamento actualmente vigente a la nueva ley andaluza, sin que sea necesario elaborar otro nuevo.
Pero ocultan que la necesidad de cambios y “adaptaciones” derivados de la Ley (para incorporar a todas las asociaciones y colectivos, incluidos los más informales, como “mareas”, “plataformas” y otras formas de participación; para abrir las posibilidades de participación a las personas no asociadas u organizadas, a título individual; para dar cabida a las nuevas tecnologías y nuevas formas de participación no presenciales, etc., etc.) es tan grande que, necesariamente, el producto final será “OTRO” Reglamento. Y, sobre todo, ignoran que no solo se trata de obtener un buen resultado final, sino de hacerlo con la participación de todas las asociaciones, colectivos y personas interesadas, para que sus voces sean escuchadas y, especialmente, para que se refuerce el consenso que comprometa a todas con ese resultado.
El mejor Reglamento de Participación Ciudadana será aquél que sea sentido como propio por todas las partes, porque todas hayan podido participar en su elaboración. Así pues, no caben condiciones previas ni debates terminológicos para obstaculizar la negociación, solo sirve dejar atrás las experiencias negativas del pasado, superar las resistencias y rencores acumulados, evitar las insidias y los intereses ajenos al plural y diverso tejido asociativo gaditano, y ponernos todas juntas a construir el futuro.